martes, 10 de febrero de 2009

Mi error, tu condena

http://i182.photobucket.com/albums/x245/Aragorn223/goth00015.jpg


Ha finalizado la condena.
El óxido ha carcomido
las antes, gruesas cadenas.
Me acerco con prudencia
al final del túnel
justo en él,
contemplo la luz
que aún siendo tenue
resplandece con fulgor
en la retina de mis ojos
Tú...
hoy habitas tras la casa de Poseidón,
mi hombre;
quien al principio de los tiempos
eras ángel, mi guardián y consejero.
Renunciaste a tu embergadura
para sufrir como mortal
la carga de los condenados
al querer probar
el más costoso y sublime
de los haberes,
de los sentimientos,
el amor...
Renunciaste a tu grandeza
con prudencia y resignación.
Yo...
hoy en esta cárcel
encunada en un paraíso carente, para mí,
de su árbol central;
quien al principio de los tiempos
era tu ángel protegido,
tu tarea, tu discípulo;
no entendí el motivo de vuestra renuncia.
Luego, al verte como humana criatura
al saberme entonces tu ángel y protectora
te provoqué con el ánimo
de verte arrepentido
te fuiste de mi lado,
quisiste ser mortal;
los ángeles no tienen sexo,
¿Por qué tú quisiste amar?
No, no te entendí.
Te provoqué tantas veces
haciéndote creer que ignoraba tus miradas,
cuando en realidad
ellas acariciaban mis alas plegadas,
ocultas bajo una blusa blanca
la cual resbalaba oportuna
y concientemente para alertar tus miradas.
Me seguiste...
Me observaste...
Me seguiste y tras mis pasos
te adentraste en un espeso bosque,
aquel que yo conocía
desde el principio de los tiempos
porque lo moldeé para hacerlo cuna
y reposo de tus deseos
Me observaste...
lo demás, me lo has contado ya...
yo quizá lo había olvidado
tras mil años de condena
quizá, solo quería saber si en tu mente
vivía fresco mi recuerdo
y si en tu piel habitaba mi perfume,
mi esencia de mujer...
Aquella en la que me convertí
en esa misma jornada de persecución, de entrega,
de sensuales, dulces y lujuriosos movimientos.
Aquella en la que me convertí
cuando arranqué mis alas
mientras te amaba.
Acepté mi castigo,
la condena que recién termina
porque por vez primera,
luego de mil años mil,
comprendí tu decisión
Renuncias para no robar al cielo
y fuiste mortal, hombre libre
yo, con mi ira te aceché,
te seduje, te robé la libertad que buscabas...
te condené a mi condena,
y ahora necesito,
ser tu felicidad.

2 comentarios:

  1. Que pasada, la verdad, en mis pupila puedo ver al leer cada sentimiento, me encanta.
    Besos...

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