Y el cielo retumbó.
Truenos y relámpagos,
anuncios de una cruel tormenta
rasgaron el manto oscuro
una y otra vez.
Un ángel lloró
y su última lágrima
al cielo arrojó.
Sus cadenas puestas
no desviaron el camino
de esta naciente estrella
para cumplir su tarea.
Brilla para guiarlo
de vuelta a casa,
mientras que
ella aguarda su regreso
en una gruta encarcelada.
Sus labios sólo pronunciaban
entre dulces cancioncillas de esperanza
estas jarchas:
"¿Que fareyu, o que serad de mibi, habibi?
¡Non te tolgas de mibi!"
"¿Qué haré ó qué será de mí, amado?
¡No te apartes de mí!"
estirando sus brazos
como queriendo atraparlo,
más el cielo inclemente
de ella lo arrancó
y sus oídos
a su llanto cerró.
Mil años tendrán que pasar
y arracada de su vientre
una semilla quedará,
con la promesa de ser devuelta
al concluir la condena impuesta.
Separados por el tiempo y el espacio
quedaron los amantes del cielo,
aún sabiendo que
el amor no es un pecado
y por ello,
sus cuerpos saborearán
con bendición divina
el hermoso momento
del reencuentro.
Ya vas por el camino..ponle más carnalidad. Un abrazo
ResponderEliminarEl amor, que duro es cuando quieres y todo se pone en tu contra.
ResponderEliminarMuy linda,felicidades.
Besos...
eres muy apasionada y dejas ver algo de tristeza...es así?
ResponderEliminarla pasión desbordada nos arranca el alma y se hace inevitable la invasión de la tristeza...
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