
Serpientes y grandes bestias dominan el paisaje,
Selvas vírgenes, pantanos, desiertos y valles.
Aves gigantescas luchan por su vida
contra escamados dragones
rompiendo la tranquilidad en los aires.
Buscando un orden, buscando un dueño,
esculcando cielos, suelos y mares.
Grandes demonios responden entonces,
ninguno que dueño de la tranquilidad se llame.
Se enfría la lava extendida,
arrojada del vientre de la tierra madre.
ríos de piedra, ásperos quedan al morir,
ríos que cambian la acuarela con su viaje.
Duros caminos,
negros caminos
que allí construyen aquellos hermosos,
pero indómitos volcanes
Y como de las piedras que se formaron del infierno salvaje,
brota una figura hecha de ella misma
dura, negra,
pero que se mueve dominando el paisaje.
Sus pisadas no se borran,
son profundas,
se fosilisan
se perpetúan
por donde quiera pase.
Viaja una y otra vez, va por todas partes.
Vuelve a su origen quemándose en él,
fundiéndose en él,
haciéndose lava virgen para salir de nuevo
a renovar el sendero con su peregrinaje.